La Sociedad Abierta sin sus enemigos. Una breve reseña de Franz Hinkelammert

Pedro Morazán, 20.01.2024

Con la autoconciencia hemos entrado entonces, en el imperio nativo de la verdad

Friedrich Hegel, Fenomenologia del Espirito

La monumental Ópera de Richard Wagner, «El anillo de los Nibelungos», se inicia con el robo de un anillo con poderes mágicos por parte del enano nibelungo Alberich. En vista de que dicho anillo le da poderes absolutos a quien lo posee, se inicia una lucha a muerte en la que los dioses encabezados por Wotan (el Zeus de la mitologia germánica), luchan contra todo tipo de criaturas míticas, hasta que el anillo es recuperado y lanzado a las profundidades del Rio Rin, provocando la caida de los Dioses. Esta visión apocaliptica, no puede ser aplicada al capitalismo, segun Karl Popper, para quien tales escenarios corresponden a una visión historicista de la realidad. 

El pasado 18 de enero tuve la oportunidad de dar una corta conferencia sobre Franz Hinkelammert en la Academia Evangélica de Bad Boll, Alemania, que me hizo recordar en parte, la trama de dicha Ópera. Como ya es sabido el Profesor Franz Hinkelammert falleció el pasado 16 de julio de 2023, a la edad de 91 años en San José de Costa Rica. Ya en septiembre del año pasado habíamos organizado un simposio en su honor, en el marco del Doctorado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Conocí personalmente al Profesor Hinkelammert durante su corta estadía en Honduras y en una ocasión tuve la oportunidad de escucharlo de nuevo durante una polémica discusión sobre la teología de la liberación en la ciudad de Bonn, Alemania, en el año 1992.

El legado teórico de Franz Hinkelammert es, no solo muy vasto, sino también muy profundo y por lo tanto imposible de resumir en pocas líneas. Existe por suerte una serie de análisis de su pensamiento que resaltan, sobre todo, los aspectos filosóficos de su obra. Una de las más solidas contribuciones a este respecto es la de Estela Fernández Nadalde de la Universidad de Mendoza, Argentina. Su excelente exposición, fue el elemento central del mencionado simposio. En ese pequeño espacio quisiera exponer algunas reflexiones en torno a tres obras de Hinkelammert que revisé de nuevo para mi exposición: “La critica de la razón utópica”, “El subdesarrollo latinoamericano: Un caso de desarrollo capitalista” y “Hacia una Economía Para la Vida”.

¿Sigue abierta la sociedad de Popper?

El blanco de la crítica marxista de Hinkelammert han sido tres grandes figuras del pensamiento liberal moderno: Max Weber, Friedrich Hayek y Karl Popper. Vamos a tomar, a manera de ejemplo, a Karl Popper para nuestras breves reflexiones. Karl Popper fue un filósofo austríaco que llegó a fundamentar una teoría epistemológica conocida como “Racionalismo Crítico”, basada en lo que el llamó el Falsacionismo. Al contrario de la verificación, el falsacionismo busca refutar una teoria mediante un contraejemplo. Sin embargo en los círculos políticos, Popper es más conocido por su libro “La sociedad abierta y sus enemigos”, en la que se “procura contribuir a la compresión general del totalitarismo y de la significación que entraña la perpetua lucha contra el mismo”, para afirmarlo en palabras de su autor.  

Popper tomó la decisión final de escribir este libro precisamente en el momento en que las tropas hitlerianas de la “Wehrmacht” estaban invadiendo Viena en 1938. Sin embargo ya en su obra “La miseria del historicismo”, publicada en 1928, podemos encontrar los primeros fundamentos teóricos que le sirven de base. Popper le declara la guerra a todas las utopias que intentan predecir y construir el futuro en base a las llamadas «leyes de la historia». Un ejemplo de ello sería, a su criterio, la división de la historia propia del materialismo histórico de Marx, como una sucesión de modos de producción que deberán culminar en el comunismo.

© Karl Popper, La sociedad abierta y sus enemigos

El análisis de Hinkelammert para refutar las tesis de Popper puede ser resumido como lo que el mismo llamó “La crítica de la razón utópica”. Popper es, a criterio de Hinkelammert, uno de los mas connotados representantes de la llamada razón utópica, que no es más que una suerte de crítica, más o menos velada, del socialismo como alternativa a la llamada sociedad de mercado. Si pudiésemos resumir la crítica de Hinkelammert a Popper en unas cuatro puntos, estos serían:

  1. Una crítica de la utopía socialista que pone en el centro el rechazo del concepto filosófico de “totalidad”, formulado ya por Platón y otros filósofos de la antigua Grecia y desarrollado posteriormente por Georg Luckács.
  2. Una fijación ideológica en la idea de la funcionalidad del mercado y la propiedad privada como fundamentos de la llamada sociedad abierta.
  3. Una justificación de la represión por medio de la formulación de por lo menos tres paradojas de la sociedad abierta: la paradoja de la libertad, la paradoja de la tolerancia y la paradoja de la democracia. Tanto para la libertad, como para la tolerancia o la democracia, la paradoja consiste en que si no se ponen límites, todas las tres conducen a su desaparición.
  4. Una metodología explícita que se basa en la falsabilidad de los enunciados teóricos, para poder demostrar su validez o no validez.

Partiendo de esos cuatro elementos Hinkelammert rechaza las teorías de Popper considerando que olvidan una parte esencial de la dinámica social que consiste en la corporalidad del sujeto. El tema central, en este caso, es que para lograr la trascendencia, en el sentido de Kant, es decir ir más allá de la “cosa en sí”, es necesario poner en el centro del debate la vida y la acción humana y no el equilibrio del mercado y la propiedad privada. Antes de filosofar, el hombre necesita comer y vestir, para decirlo en palabras de Frederich Engels, amigo de Marx.

En un momento en el cuál se ocupa de las categorías de crimen y castigo, Hinkelammert hace una cita pertinente de Hegel, para criticar a Popper. Sin embargo la evocación de Hegel por parte de Hinkelammert, aparece, en mi opinión, un tanto incompleta. Si bien es cierto que Hegel resalta la posible amenaza a la libertad del individuo implícita en la coerción, él justifica tanto la legalidad del castigo como su compatibilidad con la libertad. Desde ese punto de vista aludir a Hegel sin tomar en cuenta sus reflexiones en “La filosofía del derecho”, resulta en tanto incompleto, especialmente si tomamos en cuenta que esto relativiza la negación absoluta y no dialéctica de los postulados de Popper al respecto.

Lo que si vale la pena rescatar, es que no solo la argumentación de Hinkelammert, sino también la de Popper tienen una enorme actualidad. Baste mencionar aquí los juicios contra Trump por sus intentos de terminar con la “sociedad abierta” en los Estados Unidos, las utopías de Milei en su discurso ante el Foro Económico Mundial en Davos, que más bien parecían una mala lectura de Popper y Hayek por un niño de escuela primaria. Si a esto agregamos las actuales discusiones sobre una prohibición del partido nazi AfD en Alemania (Alternative für Deutschland), sería más que suficiente para justificar la relevancia política de este viejo debate. Que conste, esta lista no excluye a las incontables sociedades autoritarias y despóticas que existen globalmente como «sociedades cerradas» y que desafían el actual Orden Liberal Internacional.

Ideología y totalitarismo en el mundo actual

Es importante recalcar que la palabra “crítica” en esta obra de Hinkelammert deberá ser interpretada en su sentido filosófico. Al igual que Inmanuel Kant en su “Crítica de la razón pura” o en su “Crítica de la razón práctica” o que el mismo Marx en su “Crítica de la Economía Política”, se trata aquí de una especie de acción de discernir, en su sentido etimológico, dialécticamente sobre un tema o una teoría. Por eso dicha palabra lleva implícito un enfoque que incluye no solamente un conjunto de categorías, sino también su interrelación. Además de ello, es de esperar que en una “critica” sea tambien incluido el llamado “estate of the art”, que no sería otra cosa que el “panorama actual” del debate.

© Theodor Adorno, Filosofo alemán

El joven Hegel solía decir: “Toda filosofía es completa en sí misma y, como una auténtica obra de arte, contiene en sí misma la totalidad”. Marx parafraseaba a Hegel al referirse a su “El Capital” como una obra de arte. Desde este punto de vista, la palabra “obra de arte” podría ser tomada como una metáfora en la que, para seguir hablando con Hegel, están incluidas no solo las particularidades, sino también las propiedades de la totalidad y sus interrelaciones tanto las positivas como las negativas. Es en este punto precisamente donde, para mi gusto, la crítica de Hinkelammert se vuelve un tanto ortodoxa, pues ignora de alguna manera el debate filosófico existente en su momento, que incluía a personalidades de peso como Theodor Adorno, Jürgen Habermas y Max Hockheimer, entre otros, todos ellos representantes de la Teoría Crítica de Frankfurt.

En los círculos académicos es bien conocida la llamada “Disputa del Positivismo” (Positivismusstreit)[1] sostenido entre los filósofos de la “Teoría Crítica” y los representantes del “Racionalismo Crítico” en torno al concepto de “Totalidad”. Es de hacer notar que, tanto para Adorno como para Popper, dicho concepto tenía alguna conexión con el concepto “Totalitarismo”. Para Adorno la totalidad no está ligada a la violencia, sino más bien una forma de mediación del «mundo totalmente socializado». Esta seria una negación dialéctica y no un rechazo mecanicista de las tesis de Popper.  «En los países democráticamente administrados de la sociedad industrial, la totalidad es una categoría de mediación, no de dominación y subyugación directa», escribía Adorno.

En mi opinión, fue la gran Hannah Arendt la que nos ofreció la mejor definición de la sustancia del Totalitarismo como fenómeno político. Para ella, el totalitarismo es una forma de terror práctico que no puede ser ennoblecido mediante derivaciones filosóficas.

De nuevo, aunque parezca banal, esta discusión filosófica aun tiene enorme relevancia política. En el caso del continente latinoamericano, se pueden mencionar las derivas totalitaristas de gobiernos de izquierda en Nicaragua y Venezuela que parecen confirmar algunas de las tesis de Popper. Mientras que, por otro lado, gobiernos democráticos de izquierda con orientación socialista, como el de López Obrador en México o el de Lula da Silva en Brasil parecen contradecir las tesis antisocialistas formuladas en «La sociedad abierta». Por otro lado, con los nuevos retos del cambio climático conceptos como el de Antropoceno o el de Adaptación y Mitigación, nos hablan de “totalidades” que es necesario tomar en cuenta y que parecen resistir los embates de “falsificación” de libertarios y negacionistas.

El subdesarrollo y la economía para la vida

En cuanto a las relaciones “Norte – Sur”, la tesis de Hinkelammerst es que el mercado mundial capitalista, como sistema de coordinación laboral internacional, impide que un gran número de países alcancen el equilibrio laboral interno. A estos países se les llama entonces subdesarrollados. Partiendo de aquí, él llega a una definición de imperialismo como una resultante de la división internacional del trabajo.

© Frank Hinkelammert, Foto

La definición de subdesarrollo de Hinkelammert no es puramente economicista, todo lo contrario, si bien es cierto que la dimensión económica juega un papel importante, no siempre es la única causa que obstaculiza el desarrollo. Para él la sociedad subdesarrollada es una sociedad que está siendo desintegrada por el encuentro sociocultural entre las sociedades capitalistas desarrolladas y las sociedades tradicionales que han surgido fuera del llamado “espacio cultural occidental”. Este encuentro produce el subdesarrollo como una realidad histórica cualitativamente diferente a los dos tipos de sociedad analizados en el marco de la dualidad del funcionalismo, como corriente sociológica: sociedad moderna versus sociedad tradicional. En ese contexto no se produce una negación de la negación, la sociedad tradicional y la sociedad capitalista desarrollada, son los dos polos de la primera dualidad, que mantienen su propia estabilidad interna y, por lo tanto, no necesariamente llevan las semillas de su destrucción. Es más, en su análisis distingue cuatro tipos de formación social:

  1. Las sociedades desarrolladas
  2. La sociedades tradicionales
  3. Las sociedades subdesarrolladas
  4. Las sociedades en desarrollo

Siguiendo este hilo de argumentación, debemos contrastar la sociedad subdesarrollada con un cuarto tipo de sociedad, que podemos llamar sociedad en desarrollo y que se diferencia de la anterior, no en el nivel económico, sino en que ha encontrado una manera eficaz de revertir el proceso de subdesarrollo que de alguna manera se basa en catalizadores que permiten a dicha sociedad encaminarse hacia una senda de desarrollo factible. Al contrario de la sociedad tradicional, la sociedad subdesarrollada tendría lo que Raul Prebisch y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) dio en llamar, en los años 70, la “heterogeneidad estructural”, es decir una suerte de convivencia de modos de producción históricamente diversos. En la lógica de Popper, dicho concepto no sería otra cosa que una suerte de historicismo que no resiste ningún simple proceso de falsificación epistemológica.

En su análisis del subdesarrollo, Hinkelammert distingue entre dos tipos de imperialismos que se diferencian radicalmente. Por un lado el «imperialismo extractivista» que representa el ya mencionado encuentro entre las sociedades tradicionales con los países capitalistas, especialmente europeos. Este período del imperialismo extractivista se mantiene hasta el final de la Segunda Guerra Mundial y el triunfo de los movimientos anticoloniales en Asia y África. Por otro lado él distingue el llamado imperialismo estructural, que surge después y que tiene tres elementos básicos: 1) la participación de todos los países en el mercado capitalista mundial, 2) la existencia de un mercado capitalista al interior de los países y 3) la garantía internacional de la propiedad privada.

En el centro de la obra de Hinkelammert está una concepción del equilibrio económico que aparece mucho más acentuada en los debates recientes que en los de los años sesenta. Se trata del enfoque del equilibrio, basado en la capacidad de cada persona para satisfacer sus necesidades y de su integración en la división social del trabajo. Desde ese punto de vista se cuestiona el concepto de racionalidad capitalista basado en el utilitarismo, que obedece a los postulados de la escasez y una visión del homo oikonomicus basada en el individualismo.

Al contrario de la situación en los países del centro capitalista, en los países de la periferia, la división en clases sociales no es funcional, según este análisis. Ya no son las personas las que deciden, sino las mercancías, el dinero, el capital, que transformados en sujetos sociales (“fetichismo de la mercancía), deciden sobre la vida y la muerte de todas las personas. Por ello él ve en el desarrollo capitalista de la periferia una tendencia a la dictadura y la violación de los derechos humanos que solo puede ser resuelta por la superación de las estructuras de explotación capitalista.

Con el correr de los año Hinkelammert pone el foco en el proceso de Globalización que él ve como un proceso que altera el equilibrio de diversas maneras. En su obra “Hacia una Economía para la Vida” publicada en 2001 en colaboración con Humberto Mora, los autores concluyen que la acción racional medios-fines puede ser necesaria en contextos parciales y limitados y que, por tanto, no debe ser abolida sino superada por una racionalidad de la vida. Dado que se reconoce que esta relación entre ambas racionalidades puede ser conflictiva existe una necesidad de mediación que puede ser asumida por un tejido institucional.

Para ello es importante reconocer la racionalidad del ciclo natural de la vida humana como la autoridad última de toda racionalidad. Se trata, en definitiva, de trascender la lógica de la racionalidad instrumental capitalista de medios-fines y subordinarla a la racionalidad del ciclo natural de la vida humana, como racionalidad de la vida y sus condiciones de existencia.

Hasta que punto las tesis expresadas en esta última obra son compatibles con las otras contribuciones de la economía ecológica, está todavía por verse. El debate se mantiene abierto y no siempre gira en torno a la superación de la negación dialéctica de las relaciones capitalistas. Kate Ratworth, por ejemplo, propone más bien una economía circular que se mueve entre los limites sociales de la economía y los limites de absorción de la ecología. El cuestionamiento del paradigma actual es tema de discusión en diversos foros nacionales e internacionales. Sin embargo el proceso histórico mantiene aun la dialéctica del conflicto entre necesidad y libertad. Es en el marco de dicho conflicto en el que diversos factores están, de hecho, jugando un papel de no poca relevancia para la transformación. Para volver a Wagner, el «Ocaso de los dioses«, no tiene que ser necesariamente «El ocaso de la democracia» proveniente de la seducción del autoritarismo o el totalitarismo, aunque tampoco  implica la fatalidad histórica de la destrucción de la vida humana. La transformación, como totalidad, implica más bien una idea del devenir, que como concepto, no puede ser otra cosa que la preservación de la existencia humana.

Referencias

Hinkelammert, F. (1970). El subdesarrollo latinoamericano: Un caso de desarrollo capitalista, Editorial PAIDOS, Buenos Aires

Hinkelammert, F. y Mora Jiménez (2005). Hacia una Economía Para la Vida. DEI. San José de Costa Rica, 2005.

Hinkelammert, Franz 1991 Sacrificios humanos y sociedad occidental: Lucifer y la bestia (San José: DEI).

Hinkelammert, Franz 2002 Crítica de la razón utópica (Bilbao: Desclée de Brouwer).

Hinkelammert, F. (2006). La globalidad de la tierra y la estrategia de la globalización, CLACSO, Buenos Aires.

[1] La polémica comenzó con una presentación de Popper y una copresentación de Adorno el día de la inauguración de una conferencia de trabajo de la Sociedad Alemana de Sociología, que tuvo lugar en Tubinga del 19 al 21 de octubre de 1961. El tema de las presentaciones fue: La lógica de las ciencias sociales.