El renacer de Prometeo: Energías renovables y transformación

© Pedro Morazán, 28.04.2023

“Our whole universe was in a hot, dense state
Then nearly fourteen billion years ago expansion started…”

Ed Robertson: “The Big Bang Theory”

No se puede hablar de transformación social y ecológica, sin hablar de la transformación energética. La energía es parte inherente de todos los seres vivientes. Está aquí en el globo terráqueo, manifestándose de formas diferentes y está también en el espacio sideral, no solo como energía oscura. Como simples mortales, la mayoría de nosotros la conoce solo como «energía eléctrica», que no es sino una de sus múltiples manifestaciones. Sin embargo precisamente porque es más que eso, es necesario ocuparse de ella, al hablar de las profundas transformaciones que requiere nuestro planeta en la era del Antropoceno.

Energía y calentamiento global

Como fenómeno sideral la energía parece haber causado el famoso Big Bang que ha llevado a la continua expansión del universo en base a la “energía oscura”. Ésta, al parecer, se mantiene constante y constituye el 70% del contenido de energia del universo. Aquí en la tierra, la energía es parte de nuestro ser, es el hálito que nos mantiene vivos, desde que los autótrofos empezaron a transformar materia inorgánica en materia orgánica, con ayuda de energia química y de la fotosíntesis. Pero fue quizás el fuego, la manifestación de energía que atrajo más la curiosidad y el interés de los primeros homínidos en el planeta tierra. Seguramente más de algún rayo proveniente de innumerables tormentas, encendió el fuego quemando los árboles de la densa foresta. Así se puso ante los ojos del aterrado homo sapiens y de su ya extinto rival, el homo neardenthalensis, el impacto casi milagroso de transformar la materia y producir calor, es decir energía.

No es casual por ello que el fuego haya tenido sus dioses en todas las mitologías, incluidas las indoamericanas, con Huehueteotl como patrono del fuego en la cultura Azteca. Hefesto, el Dios del fuego en la mitología griega, se vinculaba con los herreros y artesanos, que se encargaban de fabricar utensilios y armas para la guerra. Era tan hábil el amigo Hefesto, que incluso forjó las cadenas que sostenían a Prometeo a la ladera de un peñasco. Figura trágica Prometeo, ya que fue castigado por Zeus en persona, por el simple hecho de haberles llevado el fuego a los humanos, sin su consentimiento.

© «Prometheus», Painting by Theodoor Rombouts, Oldmasters Museum, Brussels

Desde esta perspectiva, resulta un tanto irónico que, en su largo camino por el mundo, el homo sapiens moderno se vea hoy obligado a combatir el fuego que amenaza con destruir todos los bosques del mundo y con ello su existencia. El planeta tierra arde ya por todas partes, desde las estepas siberianas, los bosques centroamericanos o la extensa Amazonia. La paradoja de todo esto, es que la causa de la destrucción de los bosques, está en calentamiento global, producido por el hombre.

Desde que James Watt perfeccionó la máquina de vapor en 1769, desencadenando la revolución industrial, la producción de energía, basada en la combustión de portadores fósiles como el carbón mineral o el petróleo, condujo al calentamiento global. La energía producida por la quema de combustibles fósiles, sea en los motores de los coches o en las centrales térmicas, emite el dióxido de carbono (CO2) que es almacenado en la atmósfera, creando un efecto invernadero. Las estadísticas no mienten: La revolución industrial es la causa del efecto invernadero.

La revolución industrial desatada por la energía térmica de la máquina de vapor, significó un salto cualitativo de enorme significado para la humanidad. Junto con la nueva era industrial de la humanidad, surgió también una óptica económica que externaliza los costos ecológicos de la producción.  La teoría económica vigente hasta la fecha, se basa en el supuesto de que la capacidad de la atmosfera para absorber CO2 es ilimitada. En pocas palabras, definir el equilibrio económico en base a la quema de combustibles fósiles para poner a funcionar la maquinaria industrial, la agricultura, el transporte y el consumo de los hogares, nos ha conducido a un callejón sin salida. Esto es válido para todas las sociedades industriales, sean estas europeas, chinas o americanas.

El tema de la producción y distribución de la energía en base a la quema de combustibles fósiles, que emiten los llamados “gases con efecto invernadero”, ha tenido pues, enorme relevancia en la evolución humana. Los impactos son ahora omnipresentes: sequías, tormentas, inundaciones, huracanes, etc. son parte de la nueva «normalidad». La extinción de la especie humana es hoy un escenario más probable que nunca. Por eso todos los países del mundo  se comprometieron a reemplazar el carbón, el petróleo y el gas, como portadores fósiles de energía, firmando en el año 2015 el famoso “Acuerdo de París”. El objetivo estratégico del Acuerdo, es reducir a cero las emisiones de dióxido de carbono hasta el año 2050. La nueva revolución prometeica podría ser la generación de energía, evitando la combustión. Para ello se debe recurrir a las inagotables fuentes regenerativas como el viento, el sol o el agua. La energía eólica, la solar o la hidráulica son capaces de mover el mundo sin producir CO2 y tienen por ello, un papel importante que jugar en la transformación económica. A este tipo de energías se puede agregar también la naciente industria del hidrógeno verde.

La descarbonización como estrategia

La descarbonización consiste en la reducción progresiva de nuestras emisiones de dióxido de carbono y otros gases en la atmósfera. Partiendo de lo anterior la descarbonización de la producción de energía es una conditio sine qua non de la transformación energética global. Las grandes potencias han iniciado ya la descarbonización de sus economías, movilizando para ello sumas extraordinarias de recursos financieros y tecnológicos. Este proceso tiene impactos estructurales muy diversos para le economia mundial y para los países del Sur Global.

© Flickr, John Englart: Melbourneclimatestrike

Lo que hasta hace algunos años parecía imposible es ahora realidad constante y sonante: La inversión global en la transición energética baja en carbono totalizó 1.1 billones de dólares en 2022. Esta es una nueva cifra récord y una gran aceleración con respecto al año anterior  (BNEF 2023). La energía renovable, que incluye energía eólica, solar, biocombustibles y otras, se mantiene como el sector más grande en términos de inversión, alcanzando un nuevo récord de 495 mil millones de dólares comprometidos en 2022, un 17 % más que el año anterior (BNEF 2023).

Los datos de BNEF muestran que China fue, con mucho, el país líder en atraer inversiones para la transición energética. China movilizó casi la mitad del total mundia con una suma que representa 546 mil millones de dólares. Estados Unidos ocupó un distante segundo lugar, con 141 mil millones de dólares, mientras que la Unión Europea ocupado el segundo puesto, con 180 mil millones de dólares, si se tratara como un solo bloque. Alemania retuvo su tercer lugar, mientras que el Reino Unido cayó un lugar al quinto y Francia subió al cuarto (BNEF 2023).

La eficiencia energética tiene muchos rostros

Si el consumo de energía es la causa de la emisión de gases con efecto invernadero, es evidente que a menor consumo de energía, menos emisión de gases. En este punto, la transformación energética adquiere, además de relevancia económica, también relevancia moral. Esto último significa que como individuos, tenemos la obligación moral de ser conscientes de nuestra responsabilidad para con el planeta, reduciendo el consumo diario de energías. Esto es válido también para las familias, el Estado o las empresas privadas. Como bien se sabe, el ser humano solo puede hacer uso racional de los bienes, si asume los costos que ello implica. Debido a ésto, la energía, como el agua, deben tener precios que reflejen los costos que implican su generación. Interpretar la energia como un bien común, no significa definirla automaticamente como un bien gratuito, si no todo lo contrario. En vista de que es un bien escaso, hay que pagar para asegurar que todos tengan acceso a ella.

Del vapor al sensor: contexto histórico de la Industria 4.0

Primera revolución industrial: A partir de finales del siglo XVIII, en Gran Bretaña, la primera revolución industrial contribuyó a la producción en masa gracias a la fuerza del agua y del vapor, que sustituía a la fuerza puramente humana y animal.

Segunda revolución industrial: Un siglo después, en la segunda revolución industrial, se introdujeron las cadenas de montaje y el uso de petróleo, gas y energía eléctrica. Estas nuevas fuentes de energía, trajeron la producción en masa.

Tercera revolución industrial: Iniciada a mediados del siglo XX, se incorporaron los sistemas informáticos, las telecomunicaciones avanzadas y el análisis de datos a los procesos de fabricación. Se introdujo la digitalización de las fábricas, a fin de automatizar algunos procesos y recopilar o compartir datos.

Cuarta revolución industrial: También denominada Industria 4.0. Se caracteriza por la creciente automatización y el uso de máquinas y fábricas inteligentes. Además, con la ayuda de datos informados, permite producir bienes de forma más eficiente y productiva en toda la cadena de valor.

Fuente: https://www.ibm.com/es-es/topics/industry-4-0

Desde el punto de vista económico, la eficiencia energética es clave para la transformación sostenible. La eficiencia energética se define como la obtención de productos con la cantidad mínima de energía. Un aparato, proceso o instalación es energéticamente eficiente cuando consume una cantidad inferior a la media de energía para realizar una actividad. Precisamente en países pobres como Honduras, donde existe un acceso deficiente y limitado a la energía eléctrica, es importante conocer que porcentaje de energía se pierde en la cadena de generación, transmisión y consumo final. Para lograr la eficiencia energética son necesarias una serie de acciones e instrumentos entre los cuales, los más importantes son la introducción de tecnologías y productos de mayor rendimiento, procesos productivos más eficaces, mejores medidas de gestión y nuevos hábitos de uso responsable de la energía.

Energy efficiency © Creative Commons Attribution 3.0

Uno de los caminos para promover la eficiencia energética es la digitalización. En los países desarrollados se están introduciendo sistemas inteligentes para la gestión de la energía. ¿Cuánta  energía se necesita, cuándo y dónde? son solamente tres de las muchas preguntas relevantes para promover la eficiencia energética. Dichas preguntas solo pueden ser respondidas usando sistemas inteligentes. Tales sistemas dependen de la digitalización. Partiendo de lo anterior, la transformación energética está fuertemente vinculada a la transformación digital. Uno de los nombres más conocidos de la revolución digital es la llamada “Industria 4.0” que incluye el llamado “internet de las cosas” (IoT), el big data, la analítica y la inteligencia artificial.

En la crisis se esconde muchas veces la oportunidad. Uno de los impactos mayores de la guerra de agresión rusa a Ucrania, es el aumento del precio de la energía. Todo parece indicar que los grandes ganadores de esta crisis serán las empresas de automatización. El ahorro de energía solo es posible mediante una buena gestión de la misma. Esto significa que los procesos productivos deberán estar mejor conectados, para ello serán necesarios algoritmos complejos, que solo son posibles con la ayuda de la digitalización. La feria tecnológica de Hannover, que tuvo lugar en abril de 2023, ha sido una muestra fascinante de como se está construyendo ya un mundo del futuro.

¿Por qué es importante la transición energética para Centroamérica?

El sistema energético hondureño

Es importante hacer hincapié, de entrada, en que la matriz energética de Honduras muestra un alto nivel de sostenibilidad, es decir que cuenta con una elevada tasa de renovabilidad de un 62%. Esta “tasa de renovabilidad” se refiere a la proporción que representan las fuentes renovables utilizadas, para la generación de energia eléctrica total. Esto se debe, especialmente, a que al contrario de países industrializados, como Alemania o China, la dependencia del carbón mineral, como fuente primaria de energía, es igual a cero. Una comparación regional nos muestra, sin embargo, que Honduras se encuentra en el último lugar en Centroamérica, donde Costa Rica ocupa el primer lugar con índice de renovabilidad de cerca del 100%.

De hecho la matriz energética de Honduras tiene siete fuentes primarias de energía: 1) hidroenergía, 2) eólica, 3) geotermia, 4) solar, 5) madera, 6) bagazo y 7) combustibles vegetales. Un estimado del 48 % del total de la energía ofrecida en Honduras proviene de estas fuentes renovables (SEN 2022). Esta matriz muestra por un lado el bajo nivel de industrialización que caracteriza al país (56% es leña para la cocción) y, por el otro, la abundancia de recursos hídricos (12% hidroenergía) que caracteriza a la mayoría de los países latinoamericanos.

Desde el punto de vista de la transformación, la matriz de portadores energéticos secundarios, si constituye un reto a ser asumido. Estos energéticos secundarios se basan en hidrocarburos como el petróleo que tienen que ser importados y procesados. En Honduras existen 8 tipos de energéticos secundarios: 1) Diésel, 2) Gasolinas, 3) Fuel oil, 4) GLP, 5) Coque, 6) Kerosenes, 7) Electricidad y 8) otros. Estas fuentes no renovables de energía representan el 52% de la oferta energética total en Honduras. De nuevo, no se debe confundir aqui, energia eléctrica con energía total, en la que se incluyen además del transporte otros sectores importantes. De ese 52% aproximadamente dos tercios son diésel y gasolina (SEN 2022). Es importante anotar al respecto que Honduras muestra una dependencia energética relativamente alta, en vista de su falta de hidrocarburos.

El sistema energético centroamericano

Centroamérica es una unidad geopolítica y, sobre todo, con sus bosques, cordilleras, ríos y volcanes un corredor biológico de enorme potencial. Lo que durante la colonia, constituía una unidad política, se vio fraccionado por intereses particulares de grupos emergentes, vinculados a una agricultura extensiva. La historia nos muestra que Centroamérica podría aprender algo de la experiencia de Europa en la postguerra. Como bien se sabe, seis países firmaron en 1951 un tratado para gestionar en común sus industrias del carbón y del acero. Estos seis países eran Alemania, Francia, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. En 1952 se crea la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, que fue la base de lo que hoy se conoce como la Unión Europea. ¿Por qué no pensar en la “Comunidad Centroamericana de la energía renovable”? Ésta no es una idea absurda, especialmente si tomamos en cuenta que ya existen los esfuerzos por unir lo fraccionado.

Es importante que todos los actores de la sociedad hondureña sean conscientes de que la transformación energética del país es solamente posible, si se piensa en su interconexión regional. En 2022 la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) elaboró la llamada “Hoja de ruta de energías renovables para Centroamérica”. Esa hoja de ruta es un aporte crucial que permite conocer los costos totales, comparando dos escenarios energéticos para Centroamérica para el período 2018 – 2050. Los costos de un Escenario de Descarbonización de Energía (DES) serían de 1.93 billones de Dólares. Por otro lado los costos del llamado Escenario Energético Planificado (PES) sería con 1.95 billones de Dólares algo mayores. Esto significa que iniciar desde ahora la transición energética es económicamente razonable y eficiente (IRENA 2022).

© IRENA La ruta de las energias renovables

Centroamérica está de nuevo en peligro de quedarse rezagada, si no asume los retos que plantea ahora la transformación energética global. La vieja discusión entre monopolio estatal o mecanismos de mercado para la generación y transmisión de energía, amenaza con hacernos perder la perspectiva. Los cálculos con claros, solamente con la contribución del sector privado será posible movilizar el volumen gigantesco de recurso necesario para la transformación energética. Por otro lado, solamente con una regulación estatal sólida y prudente, será posible encauzar las fuerzas del mercado en la dirección correcta. En lugar de dejarse cautivar por el espejismo de reservas de petróleo, cuya explotación requeriria inversiones gigantescas, es necesario movilizar los recursos para reconocer las oportunidades que ofrece la transformación energética.

Para lograrla se necesitará por ejemplo personal capacitado, lo que conduciría a la creación de empleo local (IRENA, 2020). Una estrategia de industrialización que nos coloque en las cadenas de suministro de nuevas tecnologias energéticas. A medida que el resto del mundo intensifique la transformación energética los costos de los energéticos fósiles aumentarán automáticamente. Con la ayuda de la tarificación del carbono, las exportaciones de productos con alto contenido en carbono serán mucho mas caras, por ejemplo. Con ayuda de la trasabilidad tanto la UE como Canada, tendrás la información necesaria sobre el uso de la energia en las maquilas hondureñas: Una camisa producida con energia solar, tendrá mejor demanda que una producida con energía térmica. Agregado a ello, con las energías renovables, se reduciría el consumo de combustibles fósiles en el sector eléctrico en un 90%. El reto más grande para países con escaso nivel de infraestructura e industrialización, será la transformación energética en el sector transporte que implica la importación de vehículos eléctricos.

Hay que ponerle precio a las emisiones de carbono

Una de las demandas que teníamos al criticar el uso del Producto Interno Bruto (PIB), como indicador de bienestar, era la falla metodológica de externalizar los costos ambientales. Es más, estadísticamente, todos las invesiones orientadas a reconstruir comunidades enteras destruidas por un huracán, son contabilizadas todavía hoy, como un aumento y no como una pérdida del PIB. Lo mismo ocurre con el impacto de la producción de energía.

La energía es un bien común y tiene por ello costos sociales e individuales. Esa es la lógica detrás de la llamada “tarificación del carbono”, que no es otra cosa que aumentar los impuestos de los energéticos fósiles en beneficio de las fuentes renovables de energía. Para que la transformación energética sea eficiente, es necesario ponerle precio al carbono. ¿Cómo se logra esto? El camino más directo es la introducción de un impuesto directo sobre el consumo de combustibles fósiles como el carbón, el fuelóleo y la gasolina. Esto suena muy bien, y de hecho lo es. Lamentablemente su introducción a escala mundial implica una mayor cooperación entre los países. Concretamente, el mercado de emisiones de carbono tiene que ser regulado de forma multilateral, para evitar la competencia desleal. Canadá y la Unión Europea ya han dado los primeros pasos en la tarificación del carbono. El problema radica en que los precios de los productos con carbón tarificado, son más altos que los precios de los productos provenientes de países donde no se le pone impuesto a las emisiones de dióxido de carbono.

© Wikimedia, Tommaso.sansone91

La tarificación del carbono es uno de los temas recurrentes más importantes en las conferencias internacionales sobre el clima, como la COP27. Este tema estará de nuevo en el tapete de discusiones de la COP 28 a celebrarse en los Emiratos Árabes, a finales de este año 2023. De hecho no se ha avanzado lo suficiente para lograr un precio mínimo que vuelva su consumo prohibitivo. Según el FMI dicho precio debería subir a los 75 dólares por tonelada de CO2 (Parry 2021).

Desencadenar a un Prometeo renovable

La energía térmica, que produce el calor necesario para nuestra subsistencia sobre el planeta, va acompañada de un proceso de expansión irreversible, conocido como entropía. No nos vamos detener aquí en detalles al respecto. Tomemos como ejemplo el calor producido para preparar una taza de café. Como bien se sabe, este se pierde irremediablemente en el aire, a medida que pasan los minutos y el café se enfría. El calor que tuvo, producido por el calentamiento o energía térmica, se diluye. Este podría ser un ejemplo prosaico de lo que se conoce como entropia. Esta teoría fue formulada por el economista rumano Nicholas Georgescru-Roegen, en su obra “La ley de la entropía y el proceso económico”. La segunda y la cuarta ley de la termodinámica son la base de la entropía y explican en sí, el fundamento físico del calentamiento global. Existe actualmente una escuela económica, conocida como la “Termoeconomía”, que fundamenta su paradigma, en el hecho indiscutible de que el crecimiento económico convencional va acompañado de un consumo creciente de materia y energía, que rebasa los límites planetarios. En 2009 el International Panel on Climate Change (IPPC), confirmó dichas tesis en un informe, dirigido por el sueco Johan Rockström, que significó un aldabonazo para la comunidad internacional.

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Se deben crear las condiciones para que los países en desarrollo, como Honduras y sus vecinos, se salten los sistemas de energía centralizados y, en cambio, hagan de las soluciones fuera de la red, la columna vertebral de un modelo de desarrollo económico sostenible. Para ello es de central importancia destacar la pertinencia de una economía política interna que sustente la transición energética.

Retomando las reflexiones mitológicas, la humanidad necesita un Prometeo desencadenado que nos haga transitar el camino de la sostenibilidad. La transición energética es una tarea impostergable y requiere el esfuerzo de todos. De hecho es la única alternativa para lograr satisfacer las necesidades de las presentes generaciones, sin poner en peligro la vida de las generaciones futuras.

Bibliografía

BNEF (2023). Energy Transition Investmen Trends 2023. Tracking investment in the low-carbon energy transition.

Georgescru-Roegen, N. (1996). La ley de la entropía y el proceso económico, Harvard University, Fundación Argentaria.

Goldthau, A.; Eicke, L.; Weko, S. (2020). The Global Energy Transition and the Global South, IASS, Potsdam, Germany, en M. Hafner and S. Tagliapietra (eds.), The Geopolitics of the Global Energy Transition, Lecture Notes in Energy 73, https://doi.org/10.1007/978-3-030-39066-2_14

IEA (2021), Financing Clean Energy Transitions in Emerging and Developing Economies, IEA Publications, International Energy Agency

IRENA (2022). Hoja de ruta de energías renovables para Centroamérica: hacia una transición energética regional, Agencia Internacional de Energías Renovables, Abu Dabi.

IRENA (2022), World Energy Transitions Outlook 2022: 1.5°C Pathway, International Renewable Energy Agency, Abu Dhabi.

Parry, J. (2021). Cinco cosas importantes sobre la tarificación del carbón, en FMI: Finanzas y Desarrollo, septiembre.

SEN (2022). Balance Energético Nacional 2021, Secretaria de Estado en el Despacho de Energía / Sindy Salgado, Jorge Cárcamo, Lesvi Montoya, Roberto Argueta, Honduras

World Bank (2023). “Scaling Up to Phase Down: Financing Energy Transitions in the Power Sector”. Washington, DC: World Bank.