La noción de estado en Hegel

© Pedro Morazán, 10.11.2023

“Hablo y nadie me escucha
Ni siquiera el autor de la novela
Que hizo de mí, de estos despojos
Un personaje a medias”
Segisfredo Infante

Estas líneas no han sido preparadas con mucha antelación. Más bien son el resultado de la inspiración que surgió después de leer el denso artículo que mi buen amigo Segisfredo Infante escribió en passant sobre el viejo Jorge Guillermo Federico Hegel, bajo el título “Fusión de contrarios antagónicos”, una de las tantas joyas filosóficas de este intelectual de muy altos vuelos. Para los que nos hemos tomado la molestia de seguirle los pasos a Hegel, este titan de la filosofía, sin acabar de comprender a cabalidad su “lenguaje obscuro”, es un placer degustar cada uno de los párrafos del amigo Infante, de hecho uno de los pocos amigos fuertes de la infancia intelectual. Se podrán escribir volúmenes enteros sobre Hegel por eso sus condensadas líneas no hacen más que brindarnos una leve introducción, que de hecho él ya había profundizado en “Fotoevidencia del Sujeto Pensante”, que aun no termino de leer. No en su totalidad, pues el anexo, bajo el sugerente título «Fermentación conceptual en Hegel», despertó mi curiosidad y no pude evitar cometer el pecado de leerlo antes de continuar con el texto. Si alguien se siente motivado, le recomiendo leer esa «fermentación» infanteana que nos muestra en un delicioso lenguaje, el reto que significó Hegel para él.

El método de Popper

Karl Popper (1980)

Quisiera detenerme sin embargo en uno de los personajes que Segisfredo menciona ya en la antesala de sus breves, pero agudas reflexiones. Se trata del caustico austríaco Karl Popper, autor de la controvertida obra “La sociedad abierta y sus enemigos”, que aun en nuestros días tiene enorme influencia en los círculos liberales. Mi buen amigo Infante se queja un tanto de los insultos que Popper le hace a Platón (volumen I), sin embargo la peor parte se la llevan, a mi parecer, el mismo Hegel que según Popper y su discípulo Vargas Llosa es, junto a Aristóteles el responsable intelectual del totalitarismo (Volumen II). Quiero aclarar de antemano que los presentes comentarios solo se refieren a su crítica a Hegel y Aristóteles y no a la idea central de la obra que, con razón, es considerada una de las más importantes en las ciencias políticas.

“El desarrollo del pensamiento a partir de Aristóteles podría resumirse, a mi juicio, diciendo que todas las disciplinas permanecieron detenidas, mientras utilizaron el método aristotélico de la definición, en un estado de un hueco palabrerío y escolasticismo estéril, y que la medida en que las diversas ciencias lograron efectuar algún progreso dependió del grado en que consiguieron librarse de este método esencialista”. Dejo esta cita solo como muestra del tono en que Popper habla del filósofo más importante de la antigüedad. Aclaro además que ésta no es la más caustica en la retalía de improperios del austríaco, para lograr su objetivo que es el de “poner de manifiesto el papel que han desempeñado (Platón y Aristóteles) en el surgimiento del historicismo y en la lucha contra la sociedad abierta” (Popper p. 239).

La verdad es que ya desde hace mucho tiempo las tesis y sobre todo el método de Popper contra Hegel fueron rebatidos de manera muy convincente. Por eso resulta más que extraño que recién hace algunos años Mario Vargas Llosa haya intentado enarbolar a Popper en su cotizado libro “La llamada de la tribu”, como su filósofo preferido. Nadie pone en duda las cualidades literarias de Vargas Llosa, pero si es necesario poner mucho cuidado a lo que intenta escribir como “filósofo”. El capítulo más extenso de dicha obra, dicho sea de paso, de buena pluma, se lo dedica a Popper. En él declara que, si tuviera que elegir un solo libro de filosofía política de todo el siglo XX escogería La sociedad abierta y sus enemigos. En mi opinión una lamentable escogencia, tomando en cuenta el cúmulo de tesoros de la filosofía política que surgieron en el siglo XX.

Se me vino a la mente un excelente ensayo del escritor Walter Kaufmann que había leído hace algunos años y que lleva el título ”The Hegel Myth and Its Method”, escrito ya en 1951, es decir seis años después de la aparición de la obra de Popper. El ensayo de Kaufmann es en realidad una de las críticas más demoledoras del intento de Popper de desprestigiar a Hegel, entre otros. Al parecer ha existido hasta hoy una especia de “santa alianza” contra algunos aspectos del sistema filosófico de Hegel que son compartidos por casi todos sus detractores sean estos de izquierda o de derecha. Kaufmann se puso como objetivo desbaratar el intento de Popper en el Capitulo 12, que lleva el título “Hegel y el nuevo tribalismo”. Esto por si alguien se preguntaba de donde viene la inspiración de Vargas Llosa.

Este ignorado escritor de nombre Kaufmann logra demostrar, como Popper utiliza información errónea para “construir” una argumentación seudológica con la cual, no solo pudo embaucar a incautos desconocedores de las fuentes originales de la filosofía de Hegel, sino incluso a gente que habría leído por lo menos fuentes secundarias. En mi opinión, lo de Popper es una forma relativamente burda de hacer aparecer las ideas propias como geniales. Es una construcción, de hecho perversa, para poner a Hegel como la inspiración de la ideología nazi.

Walter Kaufmann (Picture Alliance/dpa)

Quisiera hacer aquí hincapié en un concepto que en este contexto es esencial: El método. Kaufmann nos introduce en su análisis con lupa diciendo. “… si uno está de acuerdo con Popper en que ‘la honestidad intelectual es fundamental para todo lo que apreciamos’ (p. 253), uno debería protestar contra sus métodos; Porque aunque su odio al totalitarismo es la inspiración y el motivo central de su libro, sus métodos son, por desgracia, similares a los de los ‘eruditos’ totalitarios, y también se están extendiendo en el mundo libre”. La crítica de Kaufmann abarca los cimientos de la argumentación de Popper contra Hegel y la hace caer como un castillo de naipes. Para él, el lenguaje y la argumentación de Popper no son objetivos sino emotivos. De hecho, no hace falta más que leer al propio Popper en este volumen, para darse cuenta de que la distancia entre el análisis y la emoción es relativamente corta.

Ya mi ilustrado amigo Segisfredo Infante citaba acertadamente una de las frases definitorias de la filosofía de Hegel: “Lo que es racional, es real; y lo que es real, es racional». Sin embargo este es el dictum que más se usa para malinterpretar a Hegel y Popper no es la excepción. No nos vamos a adentrar más aquí porque una parte de la interpretación distorsionada de Popper tiene que ver con las finezas de la lengua alemana y su traducción. Sólo es real (“wirklich”) aquello en el sentido de Hegel que realiza plenamente su propia naturaleza o, como diría Hegel, la «idea» de la que la mayoría de las cosas existentes se quedan cortas.

La noción de “estado” en Hegel

El segundo aspecto que merece la pena mencionar es el referente al “estado”. Parafraseando a Shlomo Avineri, hay que escribir esta palabra en minúscula, pues “… una vez que uno escribe «Estado» en lugar de «estado», Leviatán y Behemoth ya están proyectando sus enormes y opresivas sombras”. El uso que hace Hegel del concepto «estado» difiere tanto de su connotación habitual que es responsable de muchos de los malentendidos que rodean la filosofía política de Hegel. Shlomo Avineri es otro de los grandes hegelianos que desde muy temprano combatieron las diversas formas de tergiversar al maestro. En su obra “Hegel’s Theory of modern state” (1972), Avineri vincula la economía política de las sociedades modernas con el sistema filosófico de Hegel. En mi opinión el logra refutar también las tesis de Popper cuando establece la relación entre el estado, la conciencia y la libertad.

Shlomo Avineri _ Wikipedia

Todo esto puede parecer elitista y en cierta forma, como todo lo filosófico, lo es. Sin embargo, tomando en cuenta el contexto de la posverdad, en el que se mueve el debate político actual, es importante profundizar en estos temas. La filosofía política de Hegel puede ofrecernos las categorías necesarias para entender los fenómenos políticos actuales y creo que esa es la intención de Infante al hablar de la fusión de las contradicciones antagónicas. Precisamente por eso, comparto la idea de Avineri de que en este caso la mayor fuente de inspiración la ofrece la “Filosofía del derecho” de Hegel. Aunque debo aceptar que si estamos hablando de un sistema filosófico, es imposible separar las cuatro columnas que sostienen la filosofía de Hegel: “Lecciones sobre historia de la filosofía”, “La fenomenología del Espíritu”, “La Filosofía del derecho” y, sobre todo “La ciencia de la lógica”.

Al parecer, la filosofía política tradicional no lograba reconocer la dimensión del cambio histórico como aspecto fundamental para la discusión en torno al orden normativo. En mi opinión aquí radica una de las limitaciones de la interpretación de Popper, que le atribuye a Hegel hablar de “gobierno”, cuando de hecho éste se ocupa de la definición de la categoría “estado” desde una perspectiva filosófica. Hegel introdujo la dimensión de “cambio e historicidad” como partes de un proceso dialéctico que se ha vuelto central en el pensamiento político moderno, muy a pesar de Popper y sus adláteres.

Fuentes

Averi, S. (1972). Hegel’s Theory of modern state.

Infante Segisfredo (2014). Fotoevidencia del ser pensante.

Kaufmann, W. (1951). The Hegel Myth and Its Method.

Popper, K. (1947). The Open Society and his Enemies (Vol. II), London.

Vargas Llosa, M. (2018). La llamada de la Tribu, Alfaguara