“Pobreza Energética: un obstáculo para el desarrollo humano de las mujeres en la zona rural de Honduras”.

© Héctor Alcides Figueroa y Mario Rubén Zelaya, Febrero 2022 PDF

Una proporción considerable de personas que residen en países en vías de desarrollo se ven afectadas por la pobreza energética, esto incide en su nivel de bienestar humano de manera negativa, obligándolos a hacer uso de combustibles sucios o contaminantes, y tiempo excesivo dedicado a acopiarlos para satisfacer las necesidades básicas. La pobreza energética es distinta de la escasez de combustible, cuya definición se centra exclusivamente en la cuestión de la asequibilidad de combustibles.

La pobreza como fenómeno multidimensional ha sido estudiada desde diversas metodologías y ámbitos, pero muy raras veces se toma en consideración la problemática de la pobreza energética, que puede ser definida como la falta de acceso a servicios modernos de energía, tal como el acceso de los hogares a la electricidad y/o instalaciones de eco-estufas que funcionen en base al uso de com­bustibles renovables y explotados sosteniblemente.

La pobreza energética también refleja las brechas y desigualdades sociales que vive la población en los distintos contextos geográficos del país y que a la vez se vuelve una limitante para el desarrollo humano. En la zona rural, 34% (84,966) de los hogares con jefatura femenina estaban en situación de pobreza energética, de los cuales 19% se encontraba en pobreza energética relativa y 15% en pobreza energética extrema. Esto evidencia la carencia de los hogares que no logran satisfacer sus necesidades relacionadas con los usos energéticos, lo cual tiene una serie de implicaciones en temas de pobreza y sobre todo en la calidad de vida.

En Honduras la pobreza energética no ha estado presente en la agenda política de país, sin embargo, es importante promover el interés de la comunidad científica investigadora y evidenciar la necesidad de abordar este problema de forma integral tomando en cuenta el aspecto cuantitativo y cualitativo ya que 34% de los hogares con jefatura femenina en la zona rural están en condición de pobreza energética.

Hay una relación directa entre el acceso a servicios de energía y desarrollo; un mayor acceso a los servicios energéticos muestra mejores niveles de progreso y desarrollo humano y sobre todo mejora las condiciones de bienestar de los hogares, con respecto a aquellos con limitado o ningún acceso a los servicios. Por lo tanto, un mayor acceso de las jefas de hogar de la zona rural a los servicios derivados de la energía puede ayudar a mejorar los niveles de desarrollo de las comunidades.

Para logar la electrificación de las zonas rurales hay desafíos que se tienen que afrontar, como buscar el financiamiento para los proyectos, desarrollo de la infraestructura y con ello mejorar las condi­ciones de vida la población rural. Las estimaciones de hogares con jefatura femenina en la zona rural que no tienen acceso a los servicios energéticos mostrado en esta investigación ponen en alerta al Estado para implementar acciones puntuales que permitan lograrel ODS 7 al 2030. El “acceso a los servicios de energía” debe trascender e incluirse en el diseño de los programas de gobierno enfo­cadas a mejorar el acceso a energía eléctrica condición ligada a la reducción de pobreza energética.

Uno de los grandes problemas que enfrentan los hogares con jefatura femenina son los bajos ingresos y esto implica serios problemas para pagar el consumo de electricidad. Al final de cuentas los hogares necesitan incrementar los ingresos y posibilitar el acceso a electricidad.

La electrificación en zonas rurales remotas constituye un gran desafío para alcanzar la universaliza­ción del servicio a nivel nacional, y será vital para apoyar a su desarrollo a través de la electricidad y sus servicios provistos. La actual crisis de la ENEE es una de las grandes limitantes para ampliar el acceso a electricidad, es obligatorio superar dicha situación.

El suministro confiable, continuo y asequible, en el marco de la transparencia y rendición de cuentas debe ser el modelo para seguir. Hay que asegurar que las inversiones son sostenibles financiera y técnicamente permitiendo que su uso potencie el proceso educativo, los tratamientos de salud, el ingreso proveniente del proceso productivo y la calidad de vida dentro del hogar, junto con la construcción de confianza de los procesos necesarios en el ataque a la pobreza energética.

La UNAH como institución dedicada a la investigación e interesada en promover el uso de fuentes de datos confiables debe solicitar al INE incluir en sus levantamientos de data social, aspectos relaciona­dos con el acceso y consumo de energía. La información obtenida servirá para la toma de decisión de los sectores: académico, públi­co y privado en lo relacionado a la forma en la cual los hogares con­sumen energía y su impacto en el desarrollo humano.

Desde el Estado, se plantea la obligación de la construcción de política pública relacionada con las necesidades energéticas fun­damentadas en los pilares del de­sarrollo humano. La visión debe estar centrada en el suministro y uso de la electricidad y su efecto en la calidad de vida en aspectos como la salud, la educación y los procesos productivos.