Digitalización: Peligros y oportunidades para la transformación

© Pedro Morazán, 11.11.2021

Un buen amigo camerunés me contaba, via Whatsapp, que estaba muy contento porque por fin se lograba implementar un proyecto con drones para mejorar la producción de Maíz en la provincia de Batchenga, al norte de Yaounde. Escribo esto, no con la intención de que via Google Earth busquen dicha provincia en el mapa mundi. Tampoco para ponerlo en internet desde mi oficina en Bonn y que alguien lo «twitee» para hacerlo llegar a un publico apresurado o lo ponga en Facebook para los que quieren ver las fotos. De hecho todo lo que he escrito hasta aquí no es otra cosa que un diminuto segmento de lo que se conoce como «revolución digital» y que va mucho más allá de las redes sociales, de los drones y de Google. Como ocurre con muchas revoluciones, que ameritan dicho nombre, esta también esta pasando desapercibida en sus dimensiones y en su impacto para la inmensa mayoría de la humanidad. Lamentablemente, diria yo.

La revolución digital es, sin duda alguna, un nuevo desafío no solo para las naciones poderosas e industrializadas, sino también para los países de menores ingresos y fuerte estructuras agrarias en el llamado Sur Global. Pero, ¿qué es la revolución digital y porqué nos afecta tanto? y , sobre todo, ¿de qué nos sirve hablar de ella? ¿No sería mejor hablar de pobreza y desigualdad, en lugar de desviar la atención sobre cosas de la clase media y la burguesía? ¿Cuántos campesionos en el «corredor seco» tienen una computadora? Todas estas interrogantes son importantes y deberán ser abordadas en el presente blog. Pero vayamos mejor por partes.

¿Qué es la revolución digital?

La revolución digital o digitalización se refiere a los cambios profundos provocados por la tecnología digital y los ordenadores desde las postrimerillas del siglo XX. Estos cambios han dado lugar a las llamadas «disrupciones» tecnológicas que, al igual que la imprenta en su momento, producen enormes cambios en procesos económicos con impactos no solo en el tiempo libre de las personas sino en su mundo laboral y empresarial. Para muestra un botón, no conozco a casi nadie que haga sus fotos con una pelicula Kodak y las lleve a revelar. Ya que todos haces selfies y fotos normales con nuestro celular son de mejor calidad, Kodak la empresa lider de la fotografia a nivel mudnial anunciaba el despido y la jubilación anticipada de hasta 15.000 empleados, el 23% de su plantilla global. La revolución digital ha dado lugar a un estilo de vida en red digital, de forma similar a como la revolución industrial dio lugar a la sociedad industrial hace más de 200 años antes. Por eso se habla también de Revolución 4.0. El campo de impacto de los procesos digitales influyen ya, todos los aspectos de la vida pública y privada, de los trabajadores y las empresarias, de las maestras y los alumnos, los pacientes y las doctoras. Pero estos cambios solo se producen a gran velocidad allí donde existen las condiciones materiales para su desarrollo. Es decir, al igual que la revolución industrial en su momento, la revolución digital no penetra de igual manera en todas las regiones del mundo.

En palabras de Klaus Schwab, economista fundador de Foro Económico Mundial (Davos), «Nunca ha habido un momento de mayor promesa o mayor peligro para la humanidad, que el momento actual de la revolución digital». Con esa frase, diría yo, se describe también el estado actual de la discusión en torno al impacto de la revolución digital en el desarrollo de los países del Sur Global. Como en muchas otras áreas relevantes para nuestra existencia, tenemos aún problemas conceptuales que habrá que resolver. En vista de que es aun dificil encontrar una definición ampliamente aceptada de la «digitalización», es mucho más difícil también estimar sus impactos. Un acercamiento interesante de lo que abarca la “economia digital” lo ofrecen Burkh/Heeks (Heimerl/Raza 2018), quienes hacen una diferenciación metdológica. Ellos llaman «sector digital» a la parte de la economía más directamente relacionada con las tecnologías digitales: el sector de las tecnologias de la información/comunicación (TI/TIC), que produce bienes y servicios fundamentalmente digitales. A diferencia de ésta, la «economía digital» comprende el «sector digital» más los servicios digitales y los servicios de plataforma. De esta forma se define como la «parte de la producción económica derivada única o principalmente de las tecnologías digitales con un modelo de negocio basado en bienes o servicios digitales». Por último introducen una tercera categoria que seria la llamada “economía digitalizada” que comprende las partes de la economía que tienen relación indirecta con el “sector digital” y la “economia digital” (Heimerl/Raza 2018).

¿Porqué nos afecta tanto?

Es evidente que nuestra forma de hablar ha cambiado, de la misma manera que la forma en que nos comunicamos u organizamos acciones de protesta o iniciativas ciudadanas. ¿Porqué se habla también de un momento de mayor peligro en los escenarios distópicos? Pongamos otro ejemplo entre miles. Si cruzas la calle con el semáforo en rojo en Shangai una cámara integrada reconoce tu rostro. En China  existe un sistema de puntaje que es archivado (existen más de 600 millones de cámaras inteligentes en China). El algoritmo para el reconocimiento de rostros fue desarrollado por «alibaba«, que es como decir el «Google chino», para el gobierno chino (totalitarismo digital). Las plataformas digitales, por otro lado son ya, los mayores beneficiarios de la crisis del Covid 19. Las empresas multinacionales como «Amazon» esperan un nuevo aumento del comercio digital debido a las actuales perturbaciones en las cadenas de valor «análogas». Una mayor digitalización de las cadenas de suministro mundiales podría convertir el comercio electrónico en la norma, según la evaluación de la empresa de software Route4Me.

“La plataforma no es parte del mercado, la plataforma es el mercado” afirman los nuevos apóstoles de la economía digital. ¿Qué es la plataforma y porqué puede ser relevante al hablar de paradigmas? El impacto de la revolución digital, también conocida como “La cuarta revolución industrial” o “Industria 4.0” (IR4 por sus siglas en inglés), es indudable. Segung Shwab “la Cuarta Revolución Industrial representa un cambio fundamental en la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos unos con otros. Y así como la segunda se caracterizó por los procesos de industrialización, esta se caracteriza por los avances fusionados en los mundos físico, digital y biológico (Schwab 2014).Un relevante aspecto para la pregunta que nos ocupa, es su impacto en el empleo y la desigualdad. Como la afirma Harari (2016) “Otro posible impacto es la aceleración de la automatización y la implementación de robots, inteligencia artificial y aprendizaje automático en trabajos que hasta ahora eran hechos por humanos. Lo que está pasando ahora en la crisis es que hay mucha presión en muchas industrias para reemplazar a los humanos. Sí un trabajo puede ser hecho por un robot, aunque el robot no sea tan bueno como el humano, en este momento es mucho más conveniente porque no se pueden contagiar. Entonces, si hay una fábrica que tiene solo robots y una fábrica que tiene solo humanos, la fábrica humana, aunque sea un poco mejor en producción, ahora está cerrada por la cuarentena y el miedo al contagio, algo que podría significar un estímulo inmenso para que muchas compañías experimenten con un sistema de producción automatizado. El tema es que cuando la crisis se termine, difícilmente volveremos a donde estábamos antes. Hay muchas industrias que podrían atravesar un proceso de rápida automatización, sobre el que se viene hablando mucho en los últimos años y que, mientras que en condiciones normales podría haber tomado 10 o 20 años, por esta epidemia ahora tomará solo dos o tres meses” (Harari, 2017).

Impactos en el sur global

Los efectos de la revolución digital en los países del sur global son múltiples. Más de la mitad de los usuarios de Internet provienen de los países del sur global. Sin embargo, más de 3.500 millones de personas en los países pobres todavía no tienen acceso a Internet. En el siglo XX, con la ayuda de portacontenedores y computadoras, gran parte de la producción se trasladó a países del sur global, donde la mano de obra es más barata. Con los últimos avances en procesos digitales, la producción en fábricas automatizadas también se está transformando en los países ricos. Por lo tanto, existe un gran peligro de que se invierta el proceso de contratación externa (“outsourcing”), con desventajas para el sur global. El economista de Harvard Dani Rodrik ha demostrado que el empleo en la industria manufacturera en los mercados emergentes ha disminuido constantemente a lo largo del siglo XX por causa de la creciente digitalización de procesos industriales, un fenómeno que a veces se conoce como desindustrialización prematura (Rodrick 2017). Esta tendencia mundial podría estar relacionada con la creciente automatización de los procesos y probablemente reforzarla. Además, la cuarta revolución digital podría sustituir a los trabajadores planteando retos importantes para el desarrollo.

No sólo en las ciudades está cambiando el panorama. La digitalización ya está afectando a las vidas de los agricultores de las regiones áridas de África o de Honduras. Por ejemplo, una nueva herramienta de inteligencia artificial (IA), disponible gratuitamente en una aplicación para teléfonos inteligentes, puede predecir la productividad a corto plazo de los agricultores africanos y ayudarles a proteger sus alimentos básicos como el maíz, la mandioca y los frijoles contra el calentamiento global. La aplicación fue desarrollada por investigadores de Penn State. El equipo presentó la nueva herramienta, que trabaja con el actual asistente de PlantVillage Nuru AI, en la Cumbre Climática de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York.[1] En cierta medida esta es una buena noticia, en vista de que cientos de millones de agricultores africanos ya están sufriendo los efectos del «cambio climático». PlantVillage Nuru también puede utilizarse en toda África para diagnosticar enfermedades de las plantas. Los investigadores han probado exhaustivamente que la aplicación hace pronósticos doblemente mejores que los expertos humanos. Para muchos, esto puede significar un progreso.

También en la administración pública se están viviendo cambios radicales que pueden ser beneficiosos. Con los pagos digitales, los gobiernos también aspiran a mejor la asistencia social y las subvenciones. Con los métodos tradicionales una gran parte de los beneficios para los más pobres va a parar actualmente a los bolsillos de intermediarios corruptos. Con las transferencias directas de dinero por via digital se puede evitar el desvío dichas transferencias. Inicialmente este proceso de identificación digital fué elogiado especialmente en la India, un país dónde millones de carecían de identificación.

Sin embargo, el activista de Internet Nikhil Pahwa advierte contra la creencia ciega en el progreso. Los proveedores estatales y privados en la India ya están recopilando grandes cantidades de datos a través del número de identificación Adhaar. Pronto el número también estará vinculado a la información de salud, no sólo a la cuenta y a las aplicaciones bancarias. «Adhaar está sentando las bases para un estado totalitario», dice Pahwa, «India no tiene ninguna ley que le permita usar estos datos apropiadamente – y ninguna manera de protegerlos». La mayoría de la gente no entiende la tecnología o lo que significa para sus propios derechos. El gobierno los sobrecargó. Básicamente, no tiene nada en contra de una nación de baja liquidez, dice el activista. «Pero aún no hemos llegado a eso.»[2]

Efectos en el mundo del trabajo

Ciertamente hay muchos ganadores de la digitalización. Esto se ve por ejemplo cuando los centros de llamadas (“call centers”) o las empresas de TI utilizan plataformas abiertas de Internet para emplear a trabajadores en India, Honduras o Kenia. La digitalización ha facilitado la creación de empleo en muchos países del sur global. También en estos países está ganando terreno la llamada “economía gig”, es decir, el procesamiento de pedidos por parte de empleados a tiempo parcial, generalmente en combinación con una plataforma de pedidos como Uber o Deliveroo. Cada vez más procesos de trabajo son llevados a cabo por los trabajadores autónomos. Brasil: (48%), Pakistán: (47%), Filipinas (35%) o India (29%) y Bangladesh (27%) aparecen en la lista de los 10 países en los que los ingresos de los trabajadores autónomos están aumentando más rápidamente (Worldbank 2018).

Klaus Schwab llama a la transformación digital, que estamos viviendo la «cuarta revolución industrial» que está teniendo un enorme impacto en el mundo del trabajo también en los países en desarrollo. Las redes digitales del mundo están progresando a un ritmo acelerado (Schwab 2014). Hasta un 30 por ciento de la fuerza laboral, es decir, más de 800 millones de personas en todo el mundo, podría ser reemplazada por instrumentos o procesos digitales. Sin embargo, la cuestión de cuántos puestos de trabajo se perderán o se crearán es una fuente regular de controversia. En 2017, el filósofo alemán Richard David Precht y el informático Manfred Broy presentaron un escenario de horror en el que, cerca de la mitad de todos los puestos de trabajo en el mundo occidental, podrían desaparecer en 2030. Los economistas de Oxford Benedikt Frey y Michael Osborne (2013) confirmaron dicha tendencia con cifras similares para los Estados Unidos, donde la digitalización está cambiando ya el mundo del trabajo. Alexander Benlian también asume que «una proporción significativa» de los puestos de trabajo actuales desaparecerá en poco tiempo. Sin embargo, él estima que esto sería «sólo» el diez por ciento.

Al mismo tiempo, la demanda de trabajadores calificados aumenta rápidamente para las empresas internacionales de todo el mundo. Las plataformas en línea ya anuncian la lucha abierta por la fuerza trabajo en el sur global. El requisito más importante es tener acceso a Internet. Todavía no está claro en qué medida puede tener lugar en los países en desarrollo, una externalización de procesos de trabajo digitales o basados en la tecnología digital, como la programación, la gestión de datos o los centros de llamadas. Un ejemplo que se ha mencionado por los expertos es Andela, una empresa estadounidense especializada en la formación de desarrolladores de software. Andela ha formado a más de 20.000 programadores de software de toda África para que trabajen en línea de forma gratuita para otros clientes de Andela de todo el mundo. Para 2024, la empresa tiene previsto formar a 100.000 desarrolladores de software africanos. El noventa por ciento de sus empleados se encuentran en Lagos, Nigeria, y en otros lugares de Nairobi, Kenia, y Kampala, Uganda (Worldbank 2018).

Mediante la digitalización se están creando nuevas oportunidades de empleo para países de bajos ingresos en algunos sectores. Las estimaciones indican, sin embargo, que estos efectos sobre el empleo serán muy limitados, a pesar de esfuerzos como los de Andela. El requisito previo más importante para los nuevos puestos de trabajo es la calificación necesaria, que sólo puede lograrse a través de un sistema educativo que funcione correctamente. La emigración de trabajadores mejor calificados en dirección a los países más ricos ya se está produciendo y puede verse exacerbada por la digitalización, ya que los países ricos están asumiendo un «efecto de atracción» a través de una intensa caza furtiva de trabajadores calificados en el sector digital.

Digitalización y desigualdad

La revolución digital ha profundizado las desigualdades existentes y también creará nuevas desigualdades. El acceso a la tecnología y la energía es mayor en las ciudades que en las zonas rurales. En los países ricos es mayor que en los pobres. La infraestructura necesaria para la digitalización no es fácil de conseguir. Los países pobres carecen de los recursos financieros y humanos necesarios, pero también de la experiencia necesaria para lograr un acceso competitivo al mercado mediante el desarrollo de una infraestructura que funcione adecuadamente.

En general, los debates sobre el impacto de la Cuarta Revolución Industrial y la economía digital no tienen en cuenta las experiencias de los países en desarrollo, dijo Tim Sturgeon, investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts especializado en deslocalización y subcontratación de las industrias electrónica y automotriz. Dichos debates se refieren más de manera abstracta que concreta al el futuro del trabajo y menos al hecho de que las desigualdades geográficas existentes y futuras aumentarán. El resultado más probable, en su opinión es que las regiones más pobres se vuelvan aún más rezagadas.

Digitalización en Honduras en 2020

·      En 2020 había 4.10 million usuarios de internet.

·      El número de usuarios de internet aumentó en 300 mil (+7,9%) entre 2019 y 2020.

·      La penetración de Internet se situó en el 42%.

·      Había 4,10 millones de usuarios de redes sociales.

·      El número de usuarios de redes sociales en Honduras aumentó en 432 mil (+12%) entre abril de 2019 y enero de 2020.

·      La penetración de las medios sociales se situó en el 42%.

·      Había 8,20 millones de conexiones móviles.

·      El número de conexiones móviles en 44 mil (+0,5%) entre enero de 2019 y enero de 2020.

·      El número de conexiones móviles equivalía al 83% de la población total.

En Honduras no se espera un fuerte impacto de la digitalización en el corto plazo ya que existe un acceso limitado a la conectividad de banda ancha. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de las Naciones Unidas, la penetración de la banda ancha fija y móvil (líneas per cápita) es de 2,51% y 24,47%, respectivamente, muy por debajo de los valores de Centroamérica (8,87% y 59,51%) y de América Latina y el Caribe en su conjunto (13,05% y 64,90%). El Índice de Desarrollo de las tecnologias de información y comunicación (TIC) que reporta la UIT constituye un referente para valorar de manera homologada el estado de las TIC en países de todo el mundo. Honduras se ubica muy por debajo del promedio regional, con un índice de 3,3, ocupando la posición 32/35 a nivel de la región y el lugar 129/176 a nivel global. En la actualidad, el acceso a la conectividad se limita básicamente a las principales ciudades del país, lo que afecta a la equidad en el desarrollo económico territorial y en el acceso a los servicios gubernamentales, como la sanidad y la educación. Los principales determinantes de este acceso limitado son: (i) una infraestructura insuficiente (por ejemplo, el 58% de las escuelas están a más de 5 km de la red de banda ancha); y (ii) un marco regulatorio inadecuado para el desarrollo de la conectividad.[3]

No se trata sólo de transformar la información análoga en digital o de penetrar en las tecnologías de la información en muchos ámbitos, como la comunicación o las finanzas. Se trata más bien de nuevas formas de la revolución digital, como la inteligencia artificial (IA), la robótica, etc., que actualmente actúan como motores de una transformación global. Existe el peligro de que contribuyan a la sensación de un mundo roto, entre un pequeño grupo de personas en los países ricos o las grandes ciudades de algunas economías emergentes que se benefician y un grupo mayor de personas que temen quedarse atrás.

Por último es necesario analizar de igual manera tanto las oportunidades como los riesgos de la revolución digital. El internet debe ser visto también como un “bien común” en el sentido de Ostrom (2000), que necesita ser investigado más a profundidad. Una mayor comprensión de este fenómeno puede ayudar a explicar los rompecabezas relacionados con la desigualdad salarial y la brecha de la riqueza, lo que podría informar a las políticas reguladoras para ayudar a abordar mejor estas preocupaciones. En relación con esto, a medida que la creación de valor, la innovación y la producción se desplacen cada vez más fuera de los límites de la empresa, el papel de las empresas en la sociedad puede empezar a cambiar. Dado que las empresas han proporcionado la red de seguridad social (asistencia sanitaria, jubilación, etc.), las políticas tendrán que abordar el creciente número de personas que no están directamente empleadas por una empresa y que, por lo tanto, no tienen una red de seguridad proporcionada por la empresa. Podrían plantearse cuestiones similares en cuanto a las funciones de los sistemas gubernamentales y financieros ante las oportunidades que ofrece el patrimonio digital de una verdadera democratización de las instituciones tradicionales. Sin embargo, una sociedad así necesitaría políticas para proteger a los ciudadanos de la explotación (Nagle 2018).

[1] https://plantvillage.psu.edu/

[2] Ver https://scroll.in/article/824970/going-digital-the-way-our-government-is-implementing-technology-is-an-attack-on-our-freedom

Pedro Morazán

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